## El Sacrificio de Animales en la Religión Yoruba: Comprensión y Contexto
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El sacrificio de animales en nuestras prácticas religiosas ha sido un tema controvertido, generando discriminación y ataques que erróneamente condenan la religión Yoruba como una práctica satánica. Estas críticas, a menudo provienen de segmentos de otras religiones que proclaman defender la dignidad ecológica, ignorando que en sus propias historias y formaciones genéticas, antropológicas e incluso en sus orígenes, el sacrificio de animales ha desempeñado un papel importante.
No estoy en contra de las voces que, de manera noble, defienden el mundo animal contra los desmanes injustificados y la depredación del planeta. Respeto esas posturas. Sin embargo, es crucial entender las razones filosóficas y humanas detrás del sacrificio animal en la cultura y religión Yoruba, que está creciendo rápidamente en todo el mundo.
En las prácticas Yorubá, los sacrificios se realizan para agradar a Olódùmarè y lograr una armonía con la naturaleza. Cuando se sacrifica un animal, su carne es consumida como parte de una conexión espiritual con Olódùmarè, compartiendo el alimento con él.
Según la Enciclopedia Libre, el sacrificio de animales es la matanza ritual de un animal como parte de una religión. Esta práctica se encuentra en muchas religiones como un acto de ofrenda a los dioses. El sacrificio animal puede encontrarse en casi todas las culturas, desde los hebreos hasta los griegos y romanos, y desde los aztecas hasta los Yorubá. Restos de antiguos rituales de sacrificio animal son evidentes en muchas culturas, como el toreo español, el kapparot del judaísmo, o prescripciones rituales para procedimientos de matanza como el shojet o dhabihah. En el Islam, matar corderos de forma ritual es una práctica frecuente, consumiéndose su carne en lugar de quemarla.
En el Nuevo Testamento hay referencias a sacrificios de animales, como en los parientes de Jesús que sacrificaron dos palomas (Evangelio de Lucas, 2:24) y el apóstol Pablo llevando a cabo un voto nazirita incluso después de la muerte de Cristo (Hechos de los Apóstoles, 21:23-26). A Jesucristo se le llama, por sus apóstoles, "el cordero de Dios", al que apuntaban todos los sacrificios (Hebreos, 10).
Cuando en la religión Yoruba se sacrifica un animal, la sangre se convierte en una especie de vacuna espiritual. Los componentes espirituales del líquido vital recorren el mundo material para tomar fuerza y regresar al cuerpo de quien venera al Orìsà. La espiritualidad del animal, desprendida de su sangre, penetra en las piedras, los árboles, el mar, los ríos y las montañas. Después de este recorrido, regresa al cuerpo de la persona, fortaleciendo las partes o los lugares humanos que requieren protección contra cualquier tipo de agresión.
Los animales, por razones naturales, desempeñan un rol importante para salvar al hombre en la cadena ecológica. La tierra se alimenta de todo tipo de ser vivo; la muerte se alimenta de los seres vivos; las plantas se nutren de la tierra; los animales se alimentan de las plantas y de otros seres vivos, según la especie. Esta es una cadena cuyo círculo vicioso o sinergia es interminable.
Los sacrificios en las prácticas Yorubá no se realizan por libre albedrío ni por la voluntad de una persona. Si el sacrificio del animal no es recomendado por Olódùmarè, no se lleva a cabo. Este pequeño escrito busca fomentar el entendimiento de que el sacrificio de animales en la religión Yoruba no es un acto satánico como muchos han querido hacer creer. Espero que la comprensión lleve a la tolerancia frente a una cultura y religión cuya misión es guiar a los seres humanos a ser sensatos con nosotros mismos, a reconocer nuestros errores y a resistir las adversidades diarias.