🔰🔰Consultas ( osoddes ) con un babalawo

🔰🔰Consultas ( osoddes ) con un babalawo

Muchas veces, al acudir a una consulta (Osode) frente a Orúnmila, recibimos orientaciones claras a través del Babalawo: se nos recomienda dejar ciertos alimentos, cambiar algún hábito, hacer ajustes en nuestra forma de actuar o realizar determinadas obras (Ebbos) con los Orishas. Todo esto no es al azar, sino parte de un camino que busca nuestro equilibrio. Pero, con frecuencia, dejamos pasar esos consejos. Nos decimos que lo haremos “después” o simplemente los olvidamos. Luego, cuando las cosas no fluyen como esperábamos, sentimos frustración, y en esa confusión, incluso llegamos a culpar al sacerdote o dudar del camino espiritual que hemos elegido. A veces, al ver que a otras personas les va mejor, pensamos que a nosotros “no nos hicieron bien la consulta”, y puede surgir una reacción cargada de enojo o decepción.

 


Pero es importante recordar algo esencial: los Orishas no están para satisfacer nuestros deseos al pie de la letra. No son entidades complacientes, ni su sabiduría se presta a caprichos. Lo que nos ofrecen es lo que realmente necesitamos, aunque muchas veces no lo entendamos de inmediato. Tal vez pedimos que alguien se quede a nuestro lado, aunque su ciclo con nosotros ya terminó. Anhelamos abundancia económica, pero aún no hemos cultivado la madurez necesaria para sostenerla sin que el ego nos domine. Aspiramos a un puesto importante, sin ver que aún tenemos que fortalecer nuestra humildad. Queremos que nuestro negocio prospere sin darnos cuenta de que quizás es momento de reinventarlo o incluso soltarlo.


Orúnmila —o Orula, como también se le nombra— no es un dios en sí, sino el sabio testigo de la creación. Habita en esa dimensión sutil que a veces llamamos “el cielo”, pero su presencia se manifiesta aquí, en cada orientación que nos brinda. Su papel no es otro que ayudarnos a reparar el destino, a recordar el propósito que nuestra alma eligió antes de encarnar en este mundo. Ifá lo dice con claridad: la palabra de Orula nunca se pierde, nunca cae al vacío. Está viva, esperando ser escuchada con humildad y aplicada con coherencia.

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